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Arboles muertos y mucha tinta

El jugador de la vida

El jugador de la vida

Autor: “Arnaldo Visconti” (seudónimo de Pedro Debrigode)

Colección: El Halcón nº 1

Edita: Bruguera, Barcelona, circa 1946

 

Uno sabe que una serie va a ser peculiar cuando empieza con el asesinato de su héroe titular. Porque así empieza esta historia: en la Carolina del Sur al borde de la guerra civil entre la Union y la Confederación estadounidenses (literalmente con la guerra a punto de estallar) uno asesinos emboscan y matan a El Halcón, héroe enmascarado que había venido defendiendo a los pobres y los desprotegidos. Pero el Destino juega con cartas extrañas y ahí aparece Rock Gambler, traficante de armas cínico, irrespetuoso y deslenguado pero, en el fondo, con un corazón de oro. Que vista la situación no duda en mandar al otro mundo a los asesinos y, tras descubrir la verdadera personalidad del Halcón  (un joven caballero sureño llamado Michael Ryan que ha hecho esto  por sed de justicia) irreflexivamente decide continuar con su legado.

Y justamente es Rock Gambler y su compleja caracterización lo que sostiene esta historia. Uno tiene la sensación que a Debrigode lo que realmente le interesa es explorar a ese personaje complejo y contradictorio. De hecho la actividad enmascarada de éste se resume a una escena bastante sosa, casi para justificar el nombre de la serie. No sería improbable que la idea del personaje fuera una imposición editorial porque Bruguera quisiera tener una competencia con el exitoso El Coyote que en esos años sacaba Clíper.

Si es así, la verdad el resultado no podía ser más diferente. Frente al aristócrata moralmente claro que se disfraza de filósofo cínico que propone José Mallorquí, Debrigode opone un personaje desengañado que tiene arranques de nobleza. A las cuidadosamente estructuradas novelas del Coyote, aquí tenemos una historia mucho mas libre, que, de hecho, termina con demasiados puntos del argumento no resueltos, claramente pensando en el tomo siguiente. Frente al hombre de familia que es César de Echagüe, Rock Gambler es evidentemente un mujeriego simpático pero que resulta incapaz de pensar en compromiso a largo plazo.

El resultado final es a la vez fascinante y frustrante. Fascinante porque uno se queda con ganas de qué hará luego alguien tan inexplicable como mister Gambler. Frustrante porque realmente esta novela no resuelve nada, obligando a leer la siguiente. Por suerte tambien tengo el tomo siguiente, pero si no se dispone, uno puede sentirse con ánimo de dejar la serie.

Próxima reseña, la segunda novela de la serie. No se la pierda.

 

2 comentarios

roberto -

primero un orgullo teniendolo comentando por aqui =)

Y si, Debrigode definitivamente parece un tipo que hay que seguir, por su heterodoxia narrativa.

El Abuelito -

Brava reseña; Debrigode, al que he leído todavía poco, me parece de lo más interesante entre los españoles de la época, más heterodoxo y con sabio amor por la locura y el dislate... insistiré con él!